A lo largo de los años en los que
llevo ejerciendo como traductora, un debate se ha repetido constantemente: ¿qué
es mejor un traductor especializado o un experto que traduce?
Cuando me preguntaban a mí
directamente esta pregunta, yo siempre respondía lo mismo: un traductor
especializado, ya que los traductores aprendemos técnicas en la carrera que no vienen
implícitas en el mero hecho de saber un idioma. Sin embargo, ahora que trabajo
en una agencia de traducción cuyo mayor volumen de negocio reside en las
traducciones de textos muy técnicos, me he encontrado con una base de datos
compuesta, en su mayor parte, por ingenieros, químicos, biólogos y físicos en
lugar de traductores. Sinceramente, al principio me llamó mucho la atención, ya
que siempre he pensado que la principal fuente de trabajo para los traductores
eran las agencias de traducción y si las propias agencias no emplean a
traductores, tendríamos un problema grave, pero con el tiempo he entendido el
propósito de la misma. Por desgracia, nos guste o no, un cliente de una empresa
de ingeniería o de un laboratorio se siente mucho más tranquilo a la hora de
ceder sus textos a alguien de su gremio que a alguien que dice conocer su
terminología. En el fondo, les pasa como a nosotros, los traductores, que
confiamos más en otro traductor que en un experto en una materia que dice saber
traducir. Por algún motivo psicológico el hecho de entender lo que la otra
persona ha estudiado y sentirnos como iguales nos hace tener más confianza en
esa persona. Por ello, no es de extrañar que las agencias que trabajan con
textos muy especializados quieran que sus clientes depositen en ellas ese tipo
de confianza y, por ello, prefieren contratar a expertos y presentarlos así a
sus clientes que contratar a traductores por mucha especialización que tengan.
Sin duda, esto nos sirve para
reflexionar a los traductores sobre cómo plantear nuestro trabajo con el fin de
que nuestra carrera resulte atractiva y para que el cliente vea una ventaja en
contratar a una persona que realmente sabe traducir frente a una persona que lo
que sabe es el idioma. Una de las opciones es tener una segunda carrera y
especializarte en traducir los textos vinculados con la materia de la misma o
realizar cursos de materias concretas que, igual, estén más orientados en
convertirte en experto en el área que en traducir textos de esa área. Por otro
lado, siempre hay especializaciones que no requieren saber de física, de
química o de ingeniería como la literatura, la traducción audiovisual, la
localización, etc. y que están muy vinculadas a la carrera del traductor e
incluso se pueden estudiar durante la carrera y, por tanto, van a implicar que
los clientes busquen a sus expertos entre los traductores.
De cualquier forma y a modo de
conclusión sobre esta reflexión, creo que para bien o para mal, para tener
éxito como traductor, hay que especializarse en algún campo concreto e ir
evolucionando en ese campo. Tus clientes lo valorarán y aunque no recibas
trabajos muy diversos, tendrás la garantía de que los trabajos que realices
serán de la más alta calidad.