martes, 10 de mayo de 2016

TransCreat visita la UAM

La semana pasada visité las aulas en las que yo misma había tomado mil apuntes para hablar a los alumnos de Traducción e Interpretación de la Universidad Autónoma de Madrid de las opciones que tienen cuando acaben la carrera, la importancia de especializarse y cómo convertirse en traductor autónomo.

La verdad es que creo que este tipo de charlas resultan muy constructivas para los estudiantes,  ya que a menudo en la universidad nos perdemos en la teoría y obviamos la práctica de las profesiones. Me siento muy agradecida y contenta de que Esther Vázquez y del Árbol, que fue también mi profesora y que sigue al pie del cañón, me invitara a hablar de mi experiencia.

En mi opinión, sería, en realidad, muy interesante para los estudiantes tener una asignatura o unas jornadas en las que aprendieran los aspectos más prácticos de la profesión: cómo calcular sus tarifas, cómo buscar clientes, cómo organizarse, cómo hacer una factura y llevar un control de los ingresos y gastos, y los recursos que tienen a su disposición. Sé que generalmente (al menos así fue cuando yo estudié) tienen una asignatura sobre documentación, pero la documentación no deja de ser tan solo una parte de nuestro trabajo.

Por otro lado, me sorprendió gratamente el uso de ordenadores en las aulas y que se les permita usar Internet en los exámenes, ya que, de esta forma, se simula un encargo real. No tenía ningún sentido que los estudiantes cargaran con 10 diccionarios en una maleta y no contaran con el recurso más usual: Internet.

No obstante, hubo algo que me disgustó. En mi época, aprendimos a usar Trados y daba por hecho que con el gran desarrollo de la tecnología, las nuevas generaciones serían unos cracks a la hora de usar el programa. Sin embargo, me contaron que ya no se lo enseñaban en el aula por motivos de licencias/decisiones de profesores. Me parece inadmisible, incluso aunque les muestren otras herramientas, ya que Trados es una herramienta imprescindible para nuestro trabajo. Es como aprender a ser albañil y no saber lo que es un ladrillo.

Creo que aún quedan bastantes pasos por dar para que las carreras sean un reflejo de las profesiones a las que abren paso y me alegro de que haya profesores como Esther que se involucren tanto para que esto sea en algún momento posible.